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Libro recomendado: La esencia del juego del ajedrez

Título original: The inner game of chess
Autor: Andrew Soltis
Editorial: Paidotribo

Los libros de la editorial Paidotribo son de una calidad desigual. Tan pronto publican verdaderas obras maestras como por ejemplo, Mi Mona Lisa en Ajedrez de Gufeld, con otros de dudosa calidad.
El libro del que os voy a hablar está en tierra de nadie. No está mal pero tampoco aporta nada que no se haya publicado con anterioridad y con mayor profundidad. Es un libro perfectamente prescindible y va enfocado al jugador principiante.
No obstante, tiene algunas partes interesantes. En el capítulo 2 dedica un apartado al pensamiento de los ajedrecistas.




Como piensan realmente los ajedrecistas

Kotov, en Piense como un gran maestro, afirmaba que un jugador debe abordar el árbol de variantes con cuidado. Debe examinar cada rama una sola y única vez. Saltar de una a otra es "un derroche imperdonable de tiempo", algo que ningún gran maestro aprobaría, aseguraba.
En realidad, los grandes maestros no piensan de forma más sistemática que los aficionados. Ellos a veces saltan de rama en rama y vuelven atrás de nuevo. O bien calculan sólounas pocas jugadas de lo que debería ser un árbol bastante grande. Como Mijail Tahl afirmó en cierta ocasión 'a veces, calcular el denominado árbol de variantes por completo no es difícil, sino imposible'.
En su lugar, Tahl hablaba de una 'zona de certeza' que permite a un calculador entrenado detener su análisis tras un examen relativamente breve de las distintas ramas. Hay muchos maestros que siguen el ejemplo de Tahl: calculan las posiciones finales que pueden ver y evalúan después otras ramas siguiendo su instinto.
A finales de los años 70, el maestro inglés Simon Webb dirigió una serie de experimentos cuyos resultados aparecieron en la revista Chess. Webb mostraba a ajedrecistas de diferentes niveles de juego una posición, para que la estudiaran y describieran cómo procederían para elegir un movimiento. Ninguna posición conducía directamente a la victoria.
Sus resultados fueron sorprendentes para los seguidores de Kotov. Por ejemplo, un gran maestro saltaba de una idea a otra y después volvía atrás de nuevo. En otra ocasión, los dos jugadores más fuertes, tras emplear diez minutos, fracasaron incluso en la tarea de descubrir cuál era el mejor movimiento candidato, y después escogían movimientos que habían analizado durante menos de un minuto.
Webb descubrió que lo que realmente distinguía a los mejores jugadores era que podían llegar a conclusiones precisas más rápidamente y que pensaban en términos de variantes concretas, y por tanto calculaban de forma más eficaz.
No hay método de cálculo para todos los jugadores, a pesar de lo que dijera Kotov. Todos pensamos de forma diferente.

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