Después de la derrota, Tigran y Rona viajaron al balneario de Sukhanova, en las afueras de Moscú. Tigran daba grandes paseos por el bosque, jugaba al billar y al Ping-Pong, algo que le servía de ayuda los días de descanso para desconectar del ajedrez. Por supuesto, también se distraía siguiendo los partidos de "su" Spartak de Moscú. El futbol y la música eran las dos aficiones principales del armenio.
Todo ello contribuyo a que la partida decimo quinta ocupara un papel casi decisivo en el match. Tras el varapalo sufrido decidió que había que cambiar el signo del match. Ambos rivales se sentaron al tablero con una idea clara: buscar la victoria.
La partida no decepcionó a nadie. A juicio del arbitro del torneo, el maestro inglés Golombek " es una de las mejores de la historia"
La derrota supuso un serio revés para el campeón que no esperaba una derrota tras haber empatado el match.
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