"Lo admito, de vez en cuando juego una partida que realmente me deja desconcertado.¡Es como si no pudiese creer que arruinara una posición tan buena! Para alguien que toma su ajedrez muy seriamente éste podría ser una experiencia muy decepcionante que lleve a noches de insomnio, una sensación general de fastidio y una perdida de confianza.
Por otro lado, me doy cuenta de que esas partidas podrían llegar a ser un valioso material de aprendizaje. No es un secreto que los ajedrecistas nos alegremos mucho cuando ganamos, tanto que tendemos a::
- menospreciar los problemas que nuestros rivales podrían habernos presentado con una resistencia más decidida;
- pasar por alto todas las variantes inciertas mientras comentamos la partida o la mostramos a nuestros amigos; y globalmente,
- a perder nuestro sentido de la objetividad.
¿Cómo puede desvanecerse una ventaja?¿Cómo puede una buena posición transformarse en mala? De muchas maneras. Una de ellas es la más simple y frecuente: el error garrafal. Los errores garrafales son suficientemente buenos (malos) para echar a perder cualquier posición. Puedo decir muchas cosas acerca de los errores garrafales y qué los provoca, pues por supuesto tengo mi cuota de ellos, pero, tú sabes que existen manera más lentas y dolorosas de arruinar los frutos de nuestro trabajo. Éstas son mucho más difíciles de detectar, porque requiere más coraje admitir las imperfecciones en ciertas áreas de la habilidad ajedrecística, antes de que simplemente definirlas como las infrecuentes faltas de concentración que de hecho son los errores garrafales. Entonces, ¿estás cansado de engañarte a ti mismo y quieres dar el siguiente paso? Muy bien, pero cuidado, una vez que analices tus partidas en detalle, podrá no gustarte lo que veas"
El camino hacia el progreso de Alex Yermolinsky Ed. Gambit 1999
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