Del autor de "Los siete pecados capitales del ajedrez", de los editores de "Los secretos de la estrategia moderna en ajedrez", tachán tachán, presentan ahora: "Ajedrez para cebras".
Controvertido libro que no decepcionará a los miles de fans del escocés Jonathan Rowson. Si te gustó "Los siete pecados..." este sigue una linea parecida, aunque es menos, digamos filosófico y contiene más ajedrez. Por momentos me recordó al excelente libro de Yermolinsky "El camino hacia el progreso en ajedrez". Por ejemplo en estos dos pasajes
Rowson-Illescas Torneo Cuatro Naciones, 2003
Había jugado mal la primera fase de la partida y las negras tienen ya una posición más cómoda. Mi rival está empezando a crearme problemas en el FD mientras que mi posición no tien mucho sentido. El rasgo posicional más significativo no es el peón "d" aislado, sino la seguridad relativa de los reyes. La semiabierta columna "c" junto con el peón de "b5", y el hecho de que no haya jugado a3, significa que mi rey no está del todo a salvo. Por otra parte, aunque las negras todavía no pueden tomar en "d3" y explotar la diagonal "b1-h7", esta idea persiste de forma desagradable. Dicho esto, no estoy claramente peor, y si me esfuerzo, no debería perder. A estas alturas, comprendí que no podría atacar su rey y quería jugar con solidez centralizando mis torres, con The1 y luego seguir con Af1, después de lo cual amenazaría con tomar en "e5" y "d5", con idea también del avance f4.
Sin embargo, tras 17.The1 vi la variante 17... Cd3; 18.Td3 Ah2 (también es posible 18... Tfc8, quizá con ligera ventaja negra) y no me gustaba. Me sentí incómodo tras perder un peón, y tampoco me gustaba el hecho de que mi rival amenazase ahora Ag3, porque interpreté que esto sería "obtener un peón con ganancia de tiempo". Un pensamiento superficial por donde quiera que se lo mire, lo que me llevó a realizar una jugada inferior y a perder rápidamente la partida.
Después de la partida, Illescas dijo que apenas había considerado tomar el peón "h". No es que sintiese que fuera incorrecto ni que iba a recibir mate, pero que no le parecía ni posicional ni psicológicamente deseable. Aunque pudiese justificarse con análisis, las blancas obtienen alguna iniciativa a cambio del simple peón "h" y, desde un punto de vista práctico, las blancas vuelven a estar en la partida. Las negras ganarían un peón, pero habrían perdido el control del juego. (Otra clave es que perder un peón de torre no es, ni de lejos, tan importante como perder cualquier otro peón, porque la pérdida de un peón de torre, normalmente no supone la pérdida de mucha calidad en la posición. Si pierdes un peón "b", tus peones "a" y "c" pueden debilitarse a consecuencia de ello, pero si pierdes un peón"a", los peones "b" y "c" sólo se ven relativamente afectados).
[..] En cualquier caso, mi evaluación de esta linea fue superficial por varias razones. La principal es que, después de que las negras toman el peón, comienzo por 19.Th1 (donde la torre quedaría, ahora, bien situada), de modo que toda la idea de perder un tiempo es irrelevante. Después de 19.Th1 (también es constructivo 19.Ce2), me pareció que el rey negro no corría especial peligro, pero Illescas tenía razón en que la cuestión no era realmente esa. No es tanto el hecho de si dispongo o no de amenazas inmedatas, como de que no sea completamente segura para las negras pues aunque han ganado algún material, la calidad de la posición negra se ha deteriorado.
(pag. 142 y siguiente)
Korchnoi-Rowson Port Erin 2004
1. Cf3 Cf6 2. c4 g6 3. Cc3 d5 4. cd5 Cd5 5. Da4+ Ad7 6. Db3 Cb6 7. Cg5 e6 8.d4 Ac6 9. Ae3 Ag7 10. Td1 C8d7 11. Cf3
Después de esta jugada, sentí un brote de optimismo nada constructivo. Este brote de optimismo es una de las principales trampas psicológicas que debemos vigilar en ajedrez, porque tiende a colorear nuestra evaluación de la posición y a menudo conduce a errores. En cualquier caso, yo estaba tenso antes de esta partida, pero a estas alturas me encontraba disfrutando. Me emocionaba jugar con el gran hombre, y competir con él en una posición tan rica y extraña. Sin embargo, ahora tenía que afrontar la molesta Ag5, seguida de e4 o e3, y las blancas, como mínimo, no estan peor. Consideré numerosas jugadas aquí, pero nada me parecía satisfacer del todo los requerimientos de la posición. Por ejemplo: 11 ... h6; 12. Ac1!, 11... Cd5; 12.Ag5, o bien 11.... 0-0; 12.h4!. A cierto nivel, sabía que tomaría su caballo de "f3", pero cuando vi 11... Af3; 12.gf3 Dh4; 13.Ce4, descarté la idea, porque me gustaba la perspectiva de Ag5. De pronto vi una curiosa jugada que me parecía tener sentido, ¡y que encajaba perfectamente en mi talante! 11... Df6?; Esta jugada de feo aspecto es demasiado inteligente para ser buena. Equivale a una solución radical del problema de que las blancas muevan su alfil de "e3" luego avancen su peón "e". Después de 12.Ag5 Df5, o 12. Ac1 Df5, mi idea funcionaría de forma espléndida, y las blancas tendrían escasez de jugadas. Sin embargo, lamentablemente, el alfil de "e3" tenía un destino oculto. 12. d5! Esta jugada no es especialmente profunda ni difícil, pero me asombró el hecho de que Korchnoi la realizase en menos de un minuto. Cuando jugué Df6, no sonrió ni frunció el ceño (como suele hacer), pero arqueó las cejas, como diciendo que "eso no podía ser bueno", y luego estuvo mirando la posición durante unos segundos, durante los cuales comprendí que estaba a punto de hacerme daño. Así fue. Tan pronto como vio la respuesta, no hubo ni rastro de indecisión de que la consideraba la correcta. Este sentido de convinción me produjo una fuerte impresión y creo que me ayudó a ganar más tarde una partida en el mismo torneo (Rowson-Sarakauskas) Cd5 13. Cd5 Ad5 14. Td5 exd5 15. Ad4 Df5 16. Ag7 Tg8 17. Ac3 Db1+ 18. Dd1 Da2 Aunque podría decirse que existe paridad material, mi posición está casi perdida. Mi rey no tiene lugar seguro, la dama está fuera de juego y no controlo las casillas negras. Seguí luchando con fuerza, pero cuadno parecía que comenzaba a resolver mis problemas, mi rival se sumió en profunda reflexión y lanzó unas jugadas tácticas devastadoras. 19. e3 O-O-O 20. Ae2 Cc5 21. O-O Ce4 22. Dc2 Td6 23. Ad4 Te8 24. Ce5 f6 25. Cd3 Tc6 26. Dd1 Da5 27. b4 Da2 28. Cc5 a6 29. Ce4 de4 30. b5 Tc2 31. ba6 c5 32. ab7+ Rb8 33. Af6 Td2 34. Ac4 Td1 35. Aa2 Tf1+ 36. Rf1 Rb7 37. Af7 Tf8 38. Ad5+ Rb6 39. Ac3 Rb5 40. Ae4 Rc4 41. Ae5 Te8 42. f4 Rb3 43. Re2 Td8 44. g4 c4 45. f5 gf5 46. gf5 c3 47. Ad4 Tc8 48. Ad5+ Rb4 49. Rd1 1-0
Una de las primeras preguntas que te hacen cuando hablas de este libro es referente al título: ¿por qué cebras (y no por ejemplo burros)?
El autor prologa el libro precisamente refiriéndose al título.
"Si está leyendo este libro, es muy improbable que sea una cebra, aunque solo sea porque las cebras no saben leer. Tampoco pueden jugar al ajedrez. Puesto que no hay cebras alfabetizadas ni que jueguen al ajedrez, puede, por tanto, preguntarse cómo es que mis editores hayan valorado tan mal el mercado y aceptar mi propuesta de escribir este libro.
Eso está todavía por ver, pero el proverbio sufi (Cuando oigas el retumbar de cascos, piensa en una cebra) realza el valor del título. Asociamos el retumbar de cascos con los caballos, porque nos resultan más familiares, pero la sugerencia "piensa en una cebra" es importante. En ajedrez, como en cada esfera de la vida, necesitamos tener algún controlo de nuestros reflejos y ser conscientes de nuestras asunciones. "Piensa en una cebra" significa, por tanto, estar más abiertos a la experiencia y ser menos dependientes de las convenciones. Significa permitirse a usted mismo pensar de un modo diferente."
Si estás de acuerdo con este parrafo, este es tu libro. En caso contrario no lo compres y destina ese dinero a una buena causa.
2 comentarios:
Hola Manuel,
Mi nombre es Pepelu y me gustaría preguntarte si no te importaría incluir en tu blog un enlace a mis páginas de ajedrez www.ajedrez365.com y problemasdeajedrez.blogspot.com.
Gracias de antemano,
Pepelu.
...please where can I buy a unicorn?
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